lunes, 2 de septiembre de 2013

El Ahuizote


Cuenta la leyenda que en estas tierras habita un animal que tiene el tamaño de un perro, pelo lezne y corto, orejas pequeñas y puntiagudas, de color negro, cola larga y en el cabo de ella una mano parecida a la de una persona. Tiene pies y manos como los de un mono. Las personas de estos lugares le conocen como Ahuitzotl. 

Este extraño animal habita en las profundidades de los manantiales, arroyos, lagos y en casi cualquier extensión de agua. Si alguna persona llega a las orillas de dónde éste mora, lo sujeta con la mano de la cola y lo arrastra a las profundidades. Las aguas se agitan y se turban, los peces, ranas y demás animales que viven dentro y sobre el agua causan gran alboroto casi consientes de lo que acontece. Mientras tanto el Ahitzotl arranca los ojos, dientes y uñas de su víctima, aumentando la desesperación y tormento que sufre quien muere de asfixia. 

Pocos días después el cuerpo es encontrado flotando en la superficie del agua sin ninguna herida, pero sí lleno de moretones. Nadie en el pueblo se atreve a tocarlo, si alguien lo hace su destino es morir de la misma manera. Solo los sacerdotes de Tláloc pueden hacerlo ya que se cree que al morir de esa forma los tlaloques, quienes al romper y derramar sus cántaros provocan la lluvia y los truenos, conducen el alma hasta Tlalocan, o como el Padre Sahagún menciona, el paraíso terrenal. El cuerpo es llevado en medio de una procesión, en andas, acompañado con flautas y tocotines hasta el lugar de la casa de niebla donde el cuerpo recibirá su descanso.

Existen dos razones por las cuales un hombre puede morir de esta forma, o porque era muy buena persona y los tlaloques lo querían a su lado o porque poseía chalchihuites, piedras de jade, las cuales no son apropiadas para los hombres y que por lo tanto los dioses enojados envían su castigo de esta forma.
El Ahitzotl, además, tiene otra forma de cazar que utiliza cuando no ha podido capturar a alguien durante un largo periodo de tiempo. Sale a la orilla del agua y comienza a llorar como un recién nacido, alguien que se encuentre cerca, conducido por la curiosidad, se acercará a investigar y entonces el Ahuitzotl lo atrapa y lo lleva bajo el agua.

Se dice que si algún día te topas con un Ahuizotl y no te ataca, es señal de que morirás pronto, por lo que no se molesta siquiera en hacerte daño.